A finales del siglo
XIX, los científicos creían que podían explicar todos los fenómenos del
universo con tres teorías clave: la ley
de la gravitación universal propuesta por Newton, que unifica el movimiento
celeste y terrestre mediante la gravedad; el modelo atómico de Dalton; y la teoría
electromagnética de Maxwell, que integra las fuerzas eléctrica y magnética.
Sin
embargo, comenzaron a realizarse descubrimientos que no podían explicarse con
los conocimientos disponibles:
En 1887, Heinrich Hertz
descubrió el efecto fotoeléctrico mientras
intentaba poner a prueba la teoría de Maxwell sobre la naturaleza ondulatoria
de la radiación electromagnética.
En 1895, Wilhelm Roentgen
produjo los rayos X – denominados así por su naturaleza
desconocida – y se comprobó que se trataba de una forma de radiación
electromagnética con una frecuencia y energía muy altas, superiores a la luz
ultravioleta.
En 1896, Becquerel observó
la radiactividad natural en sales de
uranio. Las emisiones radiactivas se clasificaron en tres tipos: α, β y Ɣ.
En 1897, J.J. Thomson identificó unas partículas diminutas con carga negativa, mucho menores que los átomos, a las que denominó electrones.
Resultaba
evidente la necesidad de nuevas teorías para comprender el mundo atómico y
subatómico. Esta necesidad impulsó el desarrollo de la física cuántica (o mecánica
cuántica), la relatividad y la física nuclear, disciplinas que
constituyen la base de la física moderna. Para describir el universo, es esencial
comprender a las partículas como entidades que obedecen las leyes de la
mecánica cuántica y de la relatividad.
A
diferencia de la teoría especial de la
relatividad, que perfecciona la física newtoniana, la mecánica cuántica supuso una ruptura profunda con la física
clásica, ya que introduce una descripción probabilística de la naturaleza y
emplea magnitudes discontinuas o escalonadas. Esto contrasta con la concepción
determinista y continua de la física clásica.
En los siguientes capítulos exploraremos el desarrollo de la mecánica cuántica, desde sus inicios hasta el modelo estándar de la física de partículas. Este texto se estructura en tres bloques temáticos: la mecánica cuántica, la teoría cuántica de campos y la física de partículas, disciplinas profundamente interrelacionadas que conforman el núcleo de la física moderna.

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