A
diferencia del modelo de Bohr, que postulaba órbitas circulares definidas para
los electrones, el modelo de Schrödinger
establece que los electrones se distribuyen en orbitales, que son
regiones del espacio alrededor del núcleo donde existe una alta probabilidad –
típicamente superior al 90 % – de encontrar un electrón con una determinada
energía.
Los orbitales son, por tanto, las soluciones matemáticas de la ecuación de Schrödinger.
Podemos definir un orbital atómico como cada una de las funciones de onda
(𝝍𝒊) obtenidas para una combinación
específica de tres números cuánticos:
Número cuántico principal (𝒏).
Indica el nivel energético del electrón y el tamaño del orbital. Toma valores
enteros positivos: 1, 2, 3, … hasta 7. A mayor valor de 𝒏,
mayor será la energía del electrón y su distancia media con respecto al núcleo,
lo que implica menor estabilidad. Un aumento en 𝒏 implica un incremento
en el tamaño de la nube electrónica que representa el orbital y una menor la
probabilidad de encontrar al electrón cerca del núcleo. El estado de menor
energía, denominado estado fundamental,
corresponde a 𝒏 = 1.
Número cuántico del momento angular orbital, o simplemente número cuántico
angular (𝓵). Define la forma del orbital y los subniveles de energía dentro de
cada nivel principal. Para un valor dado de 𝒏, el número 𝓵 puede tomar valores
enteros desde 0 hasta 𝒏 – 1.
Número cuántico magnético (𝒎𝓵). Indica la orientación espacial del orbital, especialmente en
presencia de un campo magnético. Para cada valor de 𝓵, el número 𝒎𝓵 puede tomar valores
enteros entre -𝓵 hasta +𝓵, incluyendo el 0.
La corteza electrónica.
Según el modelo mecánico-cuántico, la corteza
electrónica de un átomo se organiza en niveles energéticos que determinan
la distribución de los electrones alrededor del núcleo. Esta estructura se
puede resumir de la siguiente manera:
El átomo posee hasta siete
niveles energéticos principales,
numerados del 1 al 7 y designados también por letras: K, L, M, N, O, P y Q.
Estos niveles están definidos por el número cuántico principal (𝒏).
El número máximo de electrones que
puede contener cada nivel se estima mediante la ya vista regla 2n2 (hasta el nivel 4, o capa N).
Cada nivel energético
se divide en uno o más subniveles, definidos por el número cuántico angular (𝓵). Los subniveles se designan con letras:
subnivel 𝘀
⟶ 𝓵 = 0
subnivel 𝗽
⟶ 𝓵 = 1
subnivel 𝗱
⟶ 𝓵 = 2
subnivel 𝗳
⟶ 𝓵 = 3
Cada subnivel contiene
un conjunto de orbitales atómicos, cuya cantidad depende del número cuántico magnético (𝒎𝓵). En total, para cada
subnivel definido por 𝓵, existen (2𝓵 + 1) orbitales posibles. Por
lo tanto:
subnivel 𝘀
⟶ 1 orbital
subnivel 𝗽
⟶ 3 orbitales
subnivel 𝗱
⟶ 5 orbitales
subnivel 𝗳
⟶ 7 orbitales
De acuerdo con el principio
de exclusión de Pauli, cada orbital puede albergar un máximo de dos electrones, siempre que tengan números
cuánticos de espín (𝒎𝒔) opuestos.
Por lo
tanto:
El nivel 1 puede tener solo 2 electrones porque contiene un único
subnivel (1s), que tiene un solo
orbital.
El nivel 2 puede alojar hasta 8 electrones: 2 en el subnivel 2s y 6 en el subnivel 2p, que tiene tres orbitales.
El nivel 3 puede tener 18 electrones, repartidos en los subniveles 3s (2 electrones), 3p (6 electrones, en tres orbitales) y 3d (10 electrones, en cinco orbitales).
El nivel 4 puede contener hasta 32 electrones, repartidos en los
subniveles 4s (2 electrones), 4p (6 electrones, en tres orbitales), 4d (10 electrones, en cinco orbitales)
y 4f (14 electrones, en siete
orbitales).
Los
niveles 5, 6 y 7 pueden alojar
hasta 32, 18 y 8 electrones respectivamente, según el orden creciente de
energía de los orbitales involucrados. Este orden de llenado se rige por el principio de Aufbau, que veremos en
este mismo capítulo.
La forma y tamaño de los orbitales atómicos.
Según el tipo de
subnivel energético al que pertenecen, los orbitales atómicos tienen distintas
formas geométricas y orientaciones espaciales, aunque su tamaño está
determinado por el número cuántico
principal (𝒏):
Subnivel s
(𝓵 = 0; 𝒎𝓵 = 0)
Este subnivel contiene
un único orbital con forma esférica.
Todos los orbitales tipo s tienen la misma forma, pero su
tamaño aumenta conforme lo hace el número cuántico principal. Así, un orbital 3s
es más grande que un orbital 2s, y este, a su vez, es más grande
que un orbital 1s. Este aumento en
el tamaño implica que el electrón se encuentra, en promedio, más alejado del
núcleo.
Subnivel p
(𝓵 = 1; 𝒎𝓵 = -1, 0, 1)
Este subnivel contiene tres orbitales (px, py
pz)
con forma de mancuerna (dos lóbulos simétricos) y diferente orientación espacial, aunque idénticos
en forma y tamaño. Los lóbulos de cada orbital se extienden a lo largo de un
eje, y se unen en el núcleo atómico, donde se encuentra una zona denominada nodo,
en la que la probabilidad de encontrar al electrón es prácticamente nula.
Subnivel d
(𝓵 = 1; 𝒎𝓵 = -2, -1, 0, 1, 2)
En este subnivel
existen cinco orbitales, cada
uno con formas más complejas que los de los subniveles anteriores. La
mayoría de estos orbitales tienen una estructura de cuatro lóbulos,
dispuestos en planos diferentes. Una excepción es el orbital dz2 que tiene una
forma particular con un anillo o toroide en el plano ecuatorial.
Subnivel f
(𝓵 = 1; 𝒎𝓵 = -3, -2, -1, 0, 1, 2, 3)
Este subnivel contiene siete orbitales, todos con formas multilobulares
altamente complejas. Estos orbitales aparecen a partir del cuarto nivel
energético (𝒏= 4) y se llenan en elementos con número atómico
elevado, como los lantánidos y
actínidos. Debido a su complejidad, los orbitales f son difíciles de representar gráficamente y rara vez se
ocupan en los elementos más livianos.
Llenado de los orbitales con electrones.
El principio de Aufbau (del alemán "Aufbauprinzip", que
significa "principio de construcción") describe cómo se llenan los
orbitales atómicos con electrones. Aunque Niels Bohr contribuyó
significativamente a la comprensión de la estructura atómica, el orden moderno
de llenado electrónico se basa principalmente en la regla empírica propuesta
por Erwin Madelung y desarrollada por otros científicos posteriormente.
Este
principio establece que los electrones ocupan primero los orbitales de menor
energía antes de llenar los de mayor energía. Por ello, los orbitales más
cercanos al núcleo, que suelen tener menor energía, se llenan primero, ya que
corresponden a estados más estables.
El diagrama
de llenado de orbitales (frecuentemente
atribuido a Möller) es una herramienta visual que representa este orden
mediante flechas diagonales, guiadas por la regla de Madelung. Según
esta regla, el orden se determina por la suma 𝒏 + 𝓵; si dos orbitales tienen
el mismo valor de 𝒏 + 𝓵, se llena primero el
de menor 𝒏.
Por
ejemplo, generalmente después de llenarse el orbital 4s, los siguientes en llenarse son el 3d, seguido del 4p y
posteriormente el 5s, en
concordancia con sus niveles relativos de energía.
En átomos
hidrogenoides, los orbitales con los mismos valores de 𝒏
y 𝓵 tienen la misma energía
y, por tanto, se consideran degenerados.
Esto aplica, por ejemplo, a los tres orbitales p, los cinco orbitales d
y los siete orbitales f.
En 1927, Friedrich Hund formuló el principio
de máxima multiplicidad, también conocido como regla de Hund. Este
principio establece que, al llenar orbitales degenerados, los electrones
se distribuyen primero de manera que ocupen el mayor número posible de
orbitales individuales con espines paralelos. Solo después comienzan a
emparejarse.
Por
ejemplo, al ubicar cuatro electrones
en un subnivel p (que contiene tres orbitales degenerados), los
primeros tres se colocarán en orbitales separados con espines paralelos y el
cuarto se emparejará en uno de ellos.
Este
comportamiento está relacionado con la repulsión
electrónica: hay mayor repulsión cuando dos electrones comparten el
mismo orbital, en comparación con cuando están en orbitales separados. Por
ello, los subniveles semillenos
(como p³, d⁵
o f⁷) son especialmente estables.
En la
siguiente imagen puede observarse cómo se colocan secuencialmente los seis
electrones en un subnivel p, respetando la regla de Hund:
(Las flechas
representan el espín de cada electrón).
La configuración electrónica.
La configuración electrónica describe cómo se distribuyen los
electrones en los diferentes niveles y orbitales de la corteza del átomo.
La
configuración electrónica de un elemento puede escribirse como sigue:
X = 1s2 2s2
2p6 3s2 3p6 4s1….
X es el símbolo del elemento químico.
Los números 1, 2, 3,
4, … indican los niveles de energía.
Las letras s, p, d, f indican los tipos de orbitales.
Los
superíndices indican cuántos electrones hay en cada orbital.
Por
ejemplo, el oganesón (Og), último
elemento de la tabla periódica con 118 electrones, tiene la siguiente
configuración electrónica:
Og = 1s2 2s2 2p6 3s2
3p6 3d10 4s2
4p6 4d10 4f14
5s2 5p6 5d10
5f14
6s2 6p6
6d10 7s2 7p6
Como
puede observarse, los niveles de energía 4
y 5 contienen hasta 32 electrones,
el nivel 6 contiene 18, y el nivel 7 tiene 8. Esto ilustra cómo las reglas
de llenado determinan la ocupación máxima de los niveles y explican que el
número de electrones en los niveles 6
y 7 no llegue a 32.
Los electrones de valencia.
Los electrones de
valencia son los que se encuentran en el nivel de energía más externo
y son responsables de las propiedades químicas de un elemento.
Por
ejemplo, el magnesio tiene la siguiente configuración electrónica:
Mg = 1s2 2s2
2p6 3s2
Sus dos electrones de
valencia se ubican en el orbital 3s.
La capa de valencia es la que contiene
estos electrones.
Paramagnetismo y diamagnetismo.
Una sustancia es paramagnética
cuando tiene electrones desapareados y es atraída débilmente por un campo
magnético. Por ejemplo, el oxígeno molecular (O₂) es paramagnético
debido a la presencia de dos electrones desapareados en su configuración
electrónica.
En
cambio, una sustancia es diamagnética cuando todos sus electrones están
apareados, por lo que no es atraída (o incluso es ligeramente repelida) por un
imán. Ejemplos de sustancias diamagnéticas son el berilio y el neón en estado
gaseoso.









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