11 Los postulados y principios de la mecánica cuántica

 
Tras el desarrollo de la interpretación de Copenhague, aún quedaba por establecer una demostración rigurosa de la equivalencia entre la mecánica matricial, desarrollada por Heisenberg, y la mecánica ondulatoria, propuesta por Schrödinger. Cómo vimos anteriormente, los pasos decisivos hacia esta unificación fueron dados por Paul Dirac y John von Neumann.

En 1930, Dirac publicó “Los principios de la mecánica cuántica”, obra en la que formalizó los conceptos de estado cuántico y observable, pilares fundamentales de la mecánica cuántica moderna. Además, en versiones posteriores de esta obra, introdujo la notación bra-ket – también conocida como formalismo de Dirac – que permite describir de manera elegante los estados y sus propiedades. No obstante, su demostración de la equivalencia entre las dos formulaciones, la matricial y la ondulatoria, carecía del rigor matemático exigido.

Fue von Neumann quien, en 1932, publicó el tratado “Fundamentos matemáticos de la mecánica cuántica”, donde estableció una formulación rigurosa basada en la teoría de los espacios de Hilbert y demostró formalmente la equivalencia entre las dos versiones de la mecánica cuántica.

Los físicos John von Neumann, Richard Feynman y Stanisław Ulam (de izquierda a derecha). Los Alamos National Laboratory.

Gracias a esta unificación, la mecánica cuántica adquirió su forma moderna, basada en un conjunto de postulados fundamentales, también conocidos como axiomas de Dirac–von Neumann.

En este contexto, los términos "postulado" y "axioma" son prácticamente equivalentes, aunque suelen emplearse con diferente énfasis: "postulado" en contextos físicos y "axioma" en formulaciones matemáticas más rigurosas.

 

Los postulados fundamentales de la mecánica cuántica.

Son los fundamentos matemáticos formales sobre los que se construye la mecánica cuántica:

Postulado I: Estado cuántico.

El estado de un sistema cuántico está completamente descrito por un vector en un espacio de Hilbert (un espacio matemático dotado de propiedades que permiten representar y manipular estados cuánticos de forma rigurosa). Este vector contiene toda la información físicamente accesible sobre el sistema. Según la notación bra-ket, el estado cuántico se representa mediante un ket:

𝝍

Postulado II: Observables y operadores.

Un observable es cualquier magnitud física medible, como la posición, el momento, la energía o el espín. Cada observable se representa mediante un operador matemático (Â ), que actúa sobre los estados cuánticos del sistema definidos en un espacio de Hilbert.

Estos operadores tienen valores propios, denominados autovalores, que representan los posibles resultados de una medición. Dicho de otro modo, si un sistema está en un estado cuántico 𝝍 y medimos un observable representado por el operador (Â ), solo podemos obtener ciertos valores discretos (𝒂𝒊 ), que son los autovalores de ese operador.

  𝜱𝒊  = 𝒂𝒊 𝜱𝒊

𝜱𝒊  =  Autoestado del observable representado por el operador (Â ).

Los autoestados representan los estados "puros" en los que el sistema puede encontrarse inmediatamente después de la medición.

Ejemplo: En un átomo, los electrones solo pueden tener ciertos valores discretos de energía, llamados niveles de energía cuantizados. No pueden adoptar cualquier valor continuo, sino solo aquellos permitidos por la ecuación de Schrödinger. Estos valores corresponden a los autovalores del operador Hamiltoniano (Ĥ ).

Ĥ  𝜱𝒊  = 𝑬 𝒊 𝜱𝒊

Ĥ  = Operador Hamiltoniano (operador de energía).

𝜱𝒊  = Autoestado de la energía.

𝑬 𝒊  = Autovalor, es decir, el nivel de energía permitido.

Si un electrón está en un autoestado 𝜱𝒊 , al medir su energía siempre se obtiene el valor (𝑬 𝒊 ). Es decir, si se mide repetidamente el mismo observable en el mismo estado cuántico, el resultado permanece invariante.

Ejemplos de observables y sus operadores:


Postulado III: Probabilidad de los resultados (Regla de Born).

Al medir un observable representado por un operador matemático (Â ), la probabilidad de obtener uno de sus autovalores (𝒂𝒊 ) depende del estado cuántico del sistema. Esta probabilidad está dada por el cuadrado del valor absoluto del producto interno entre el estado del sistema 𝝍 y el autoestado 𝜱𝒊 asociado al autovalor (𝒂𝒊 ):

  𝑷 (𝒂𝒊 ) = 𝜱𝒊 𝝍 〉 ∣ 2

Esto se conoce como la regla de Born, y constituye una de las principales diferencias con la física clásica: no podemos predecir con certeza el resultado de una medición individual, sino únicamente la probabilidad de obtener cada resultado posible.

Esta es la forma más general del postulado probabilístico de la mecánica cuántica, ya que se aplica a cualquier observable. Cuando se particulariza al caso de la posición, se obtiene la formulación probabilística presentada en el capítulo La interpretación de Copenhague:

El cuadrado del módulo de la función de onda ( 𝝍 2 )  representa la densidad de probabilidad de hallar una partícula subatómica en una determinada región del espacio, cuando se encuentra en un estado estacionario descrito por (𝝍 ).

Ejemplo: Si disparamos electrones contra una barrera con dos rendijas, cada electrón se encuentra inicialmente en un estado de superposición al pasar por ambas rendijas. Sin embargo, al medir su posición, el electrón aparece en un único punto con cierta probabilidad. Esta probabilidad está determinada por la función de onda, y al repetirse muchas veces, da lugar a un patrón de interferencia.

Postulado IV: Evolución en el tiempo del estado cuántico.

Mientras no se realice una medición, el estado cuántico de un sistema evoluciona en el tiempo de manera determinista, según la ecuación de Schrödinger dependiente del tiempo:

𝒊 ℏ ( 𝝏 𝝍 ( 𝒕 ) 〉 ) / ( 𝝏 𝒕 ) = Ĥ  𝝍 ( 𝒕 ) 〉

Esto significa que, en ausencia de medición, la evolución del sistema cuántico es perfectamente predecible. Sin embargo, el resultado de una medición sigue siendo probabilístico, como establece el postulado anterior.

Ejemplo: Un electrón en un átomo puede cambiar de estado de manera gradual con el tiempo debido a su evolución natural según la ecuación de Schrödinger, a menos que ocurra una interacción externa, como la absorción o emisión de un fotón, que implica una medición o una perturbación.

Algunos autores incluyen entre los postulados fundamentales el colapso de la función de onda, así como los principios de complementariedad e incertidumbre. Sin embargo, desde un punto de vista matemático estricto, estos no son postulados independientes, sino que se derivan de los cuatro postulados básicos que hemos presentado. Por ello, a continuación, los trataremos como principios derivados.

 

Los principios fundamentales de la mecánica cuántica.

A diferencia de los postulados, que constituyen la base matemática formal de la mecánica cuántica, los principios son conceptos más generales que se derivan de dichos postulados.

Los principios fundamentales que describen el comportamiento de las partículas subatómicas son los siguientes:

Cuantización de la energía.

En ciertos sistemas físicos, como los átomos o la radiación, la energía solo puede tomar valores específicos o discretos, es decir, no puede variar de forma continua dentro de un rango.

Este es un principio emergente que se deriva de los postulados fundamentales, pero su manifestación depende de las condiciones del sistema. Por ejemplo, la energía de una partícula libre puede tomar cualquier valor y, por tanto, no está cuantizada.

Concretamente, la cuantización de la energía se fundamenta en los dos siguientes postulados:

Postulado II (Observables y operadores). El operador Hamiltoniano (Ĥ ) representa la energía total del sistema.

Postulado III (Probabilidad de los resultados). Solo pueden observarse como valores medibles los autovalores del operador Hamiltoniano.

La cuantización también se aplica a otras propiedades cuánticas, como el momento lineal o el espín. Aunque estas características también derivan de los mismos postulados, no suelen considerarse principios independientes, sino particularidades específicas de ciertos sistemas cuánticos.

Superposición cuántica.

Es una consecuencia directa del Postulado I (Estado cuántico) y de la estructura lineal del espacio de Hilbert.

Este principio establece que, si un sistema puede encontrarse en dos estados distintos 𝝍1 y 𝝍2 , entonces también puede existir en cualquier combinación lineal de esos estados.

𝝍 = 𝜶 𝝍1 〉 + 𝜷 𝝍2

𝝍 = Estado cuántico del sistema.

 𝜶 y 𝜷 = Coeficientes complejos. Determinan la contribución relativa de cada estado a la superposición.

Esto significa que un sistema cuántico puede encontrarse en una superposición de varios estados al mismo tiempo, hasta que se realiza una medición. Al medirlo, el sistema colapsa a uno de esos estados posibles, con una probabilidad determinada por el cuadrado del módulo de los coeficientes (según la regla de Born).

𝝍 = ∑𝒊 𝒄𝒊 𝝍𝒊

𝝍𝒊 = Estados base (autoestados del observable).

𝒄𝒊 = Coeficientes complejos (𝒄1), (𝒄2), ….

Ejemplo: Un electrón puede estar en una superposición de estar "en dos lugares" al mismo tiempo antes de que lo midamos. Solo cuando se realiza la medición se encuentra al electrón en una posición concreta.

Colapso de la función de onda.

Cuando se mide un observable (Â ), el estado cuántico 𝝍 , que inicialmente puede estar en una superposición de autoestados del observable, colapsa instantáneamente a uno de los autoestados 𝜱𝒊 correspondientes al autovalor medido (𝒂𝒊 ).

Este principio es central en la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica, aunque no forma parte de todos los enfoques interpretativos.

Ejemplo: Antes de medir el espín de un electrón, puede encontrarse en una superposición de los estados "arriba" y "abajo". Sin embargo, al realizar la medición, obtenemos solo uno de esos dos resultados, nunca una combinación.

Principio de complementariedad de Bohr.

Algunas propiedades físicas de un sistema cuántico – como la posición y el momento, o el comportamiento como partícula y como onda – son complementarias, lo que significa que no pueden observarse o definirse simultáneamente con precisión. Sin embargo, ambas son necesarias para obtener una descripción completa del sistema.

Ejemplo: En el experimento de la doble rendija, si se mide por cuál rendija pasa un electrón, este se comporta como una partícula. Pero si no se realiza dicha medición, el electrón exhibe un patrón de interferencia característico del comportamiento ondulatorio.

Principio de incertidumbre de Heisenberg.

Heisenberg lo formuló como un principio, ya que expresa un límite fundamental del conocimiento en la naturaleza cuántica. No obstante, también puede considerarse un teorema, pues se deriva matemáticamente de los postulados de la mecánica cuántica, en particular de las propiedades de los operadores no conmutativos.

Este principio establece que existen pares de observables, como la posición y el momento, o la energía y el tiempo, que no pueden medirse con precisión arbitraria de forma simultánea. Cuanto mayor sea la precisión en la medición de una de estas magnitudes, mayor será la incertidumbre en la otra.

Esto se relaciona con la conmutación de operadores. Si dos operadores (Â ) y (Ĉ ) conmutan:

[Â , Ĉ ] = Â Ĉ  Ĉ Â = 𝟬

entonces es posible que los observables asociados tengan valores definidos simultáneamente.

En cambio, si no conmutan:

[Â , Ĉ ] = Â Ĉ  Ĉ Â ≠ 𝟬

como sucede con la posición y el momento, surge una relación de incertidumbre.

Ejemplo: En un experimento cuántico, si tratamos de medir la posición de un electrón con extrema precisión, su momento (velocidad) se vuelve altamente incierto, y viceversa.

Principio de exclusión de Pauli.

Dos fermiones (como los electrones) no pueden ocupar el mismo estado cuántico dentro de un mismo sistema al mismo tiempo.

Esto significa que no pueden tener idénticos valores en todos los números cuánticos que describen su estado, como la energía, el espín, el momento angular, etc.

Estos principios forman la base de la mecánica cuántica y permiten explicar fenómenos que no pueden ser descritos por la física clásica, desafiando nuestra comprensión intuitiva de la naturaleza.


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