Hemos visto que la ecuación de Schrödinger no incorpora los efectos de la
relatividad especial, por lo que su validez se limita a sistemas donde las
partículas se mueven a velocidades mucho menores que la de la luz. Sin embargo,
para explorar el mundo cuántico a velocidades cercanas a la de la luz – como
ocurre en los aceleradores de partículas, dentro del campo de la física de
altas energías – se requiere una ecuación de onda compatible con la
relatividad. Ese fue precisamente el propósito de la ecuación de Dirac.
Primer intento: la
ecuación de Klein-Gordon.
El primer intento de
construir una ecuación cuántica relativista fue una extensión natural del
enfoque de Schrödinger. Como esta última se basa en la forma clásica de la
energía, parecía lógico reemplazarla por su versión relativista:
Energía clásica: 𝑬 = 𝒑2 / 2 𝒎
Energía relativista: 𝑬2 = 𝒎2 𝒄4 + 𝒑2
𝒄2
Sustituyendo
las magnitudes físicas de energía (𝑬) y momento (𝒑) por los
correspondientes operadores cuánticos (^𝑬)
y (^𝒑) se obtiene la ecuación de Klein-Gordon:
( 𝒊 ℏ
( 𝝏 / 𝝏 𝒕 ) )2 𝝍 = ( 𝒎2
𝒄4 ― ℏ2 𝜵2 𝒄2) 𝝍
𝒊
ℏ ( 𝝏 / 𝝏 𝒕 ) =
Operador energía (^𝑬). Es la derivada parcial
con respecto al tiempo.
― 𝒊
ℏ 𝜵 = Operador momento (^𝒑). Es
la derivada parcial con respecto a la posición.
La
principal diferencia entre la ecuación de Klein-Gordon y la de Schrödinger es
que la primera incluye una derivada de segundo orden con respecto al tiempo,
mientras que la segunda es de primer orden. Como consecuencia, la ecuación de
Klein-Gordon admite dos tipos de soluciones: una con energía positiva y otra
con energía negativa. Sin embargo, esto plantea un problema interpretativo, ya
que la densidad de probabilidad asociada puede tomar valores negativos, lo que
dificulta su interpretación como una probabilidad física en el sentido
tradicional.
La solución de Dirac.
En 1928, Paul Dirac
propuso una alternativa ingeniosa. Observó que el problema de la ecuación de
Klein-Gordon radicaba en que la energía aparece al cuadrado (𝑬2). Por eso, propuso una ecuación lineal en la energía,
obtenida al aplicar la raíz cuadrada a la expresión relativista:
𝑬 = 𝜷 𝒎 𝒄2 + 𝜶
𝒑 𝒄
Aquí, 𝜶 y 𝜷 son coeficientes que,
inicialmente, se consideraron como parámetros a determinar. Al igual que en el
caso anterior, Dirac reemplazó las magnitudes físicas por operadores cuánticos
y obtuvo su ecuación:
𝒊
ℏ ( 𝝏 / 𝝏 𝒕 ) 𝝍 = ( 𝜷
𝒎 𝒄2 ― 𝒊
ℏ 𝒄 𝜶 𝜵)
𝝍
Para que esta ecuación reprodujera la ecuación de Klein-Gordon al elevarla al cuadrado, era necesario que 𝜶 y 𝜷 no fueran simples números, sino matrices que obedecieran ciertas relaciones algebraicas. Dirac descubrió que dichas matrices debían ser de tamaño 4×4, lo que implicaba que la función de onda 𝝍 no era un escalar, sino un espinor con cuatro componentes:
Un espinor
es un tipo especial de objeto matemático que se comporta como un vector bajo
ciertas transformaciones, pero que cambia de forma más sutil bajo rotaciones.
Es el marco natural para describir partículas con espín 1/2, como los electrones, los neutrinos y los quarks.
La forma
final de la ecuación de Dirac,
después de aplicar matemáticas avanzadas, es la siguiente:
( 𝒊 𝜰𝝁
𝝏𝝁 ― 𝒎)
𝝍 = 0
𝜰𝝁
= Matrices
de Dirac (4x4) ( 𝜰0,
𝜰1, 𝜰2, 𝜰3) ( 𝒎 = 0, 1, 2, 3). La matriz 𝜰0 representa la parte
temporal, y las otras tres, 𝜰1, 𝜰2, 𝜰3
corresponden
a las direcciones espaciales.
𝝏𝝁
= Derivadas
parciales respecto al tiempo y al espacio.
𝝍
= Espinor
de Dirac. Es la solución de la ecuación de Dirac para una partícula con espín 1/2.
Con la
notación “slash” introducida por Richard Feynman, la ecuación se describe
elegantemente como sigue:
donde:
notación slash de
Feynman para reemplazar el producto 𝜰𝝁
𝝏𝝁.
Mientras
que la ecuación de Schrödinger describe la evolución de una función de onda
escalar mediante derivadas, la ecuación
de Dirac utiliza matrices que actúan sobre espinores, integrando de forma
natural la mecánica cuántica con la relatividad especial.
El espín.
Una de las
consecuencias más notables de la ecuación
de Dirac es que el espín de las partículas surge de forma natural. En
algunas representaciones, las matrices de Dirac ( 𝜰0, 𝜰1, 𝜰2,
𝜰3) están construidas a
partir de las matrices de Pauli ( 𝝈1, 𝝈2, 𝝈3
) que describen el espín en la mecánica cuántica
no relativista.
Mientras
que la ecuación de Schrödinger no incorpora el espín de manera intrínseca, en
la ecuación de Dirac el espín
aparece como una necesidad matemática derivada de la relatividad especial.
Dirac no solo explicó el espín, sino que lo unificó con la estructura
relativista del espacio-tiempo.
Así pues
la ecuación de Dirac nos dice que el
espín no es más que la consecuencia de aplicar la relatividad especial al mundo
cuántico. Dirac había encontrado una
explicación al fenómeno cuántico del espín.
Antipartículas.
Otro resultado
sorprendente de la ecuación de Dirac
fue la predicción de la existencia de antipartículas.
Al analizar las soluciones de su ecuación, Dirac encontró que además de los
estados con energía positiva, también aparecían soluciones con energía
negativa. En lugar de descartarlas, propuso que representaban nuevas partículas
con la misma masa pero carga opuesta a las partículas conocidas. De hecho,
predijo la existencia del antielectrón, o positrón, que fue
observado experimentalmente pocos años después. Tanto el electrón como el
positrón son soluciones válidas de la ecuación
de Dirac.
Hablaremos
más sobre antipartículas en su
correspondiente capítulo.
Conclusión.
La ecuación de Dirac es una de las joyas más brillantes de la física
teórica. Se trata de una ecuación
cuántica relativista, lineal y que involucra matrices actuando sobre
espinores. No solo supera las limitaciones interpretativas de la ecuación de
Klein-Gordon para describir partículas con espín, sino que además incorpora de
forma natural el espín de las partículas y predice la existencia de las
antipartículas.
Considerada
por muchos como la ecuación más bella jamás escrita, destaca tanto por su
simplicidad formal como por su enorme poder explicativo. Aún hoy sigue siendo
fundamental en la física moderna, al permitir describir con precisión el
comportamiento de partículas elementales como el electrón en contextos
relativistas.
No
obstante, como toda teoría, tiene sus límites. En la naturaleza, las partículas
no están completamente aisladas: interactúan, se atraen, se repelen y se
transforman. Para describir este mundo de interacciones complejas, es necesario
recurrir a teorías más generales, como la teoría cuántica de campos, que
exploraremos en los siguientes capítulos.


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