La electrodinámica cuántica (QED) es la teoría cuántica y
relativista que describe la fuerza electromagnética – más propiamente
llamada interacción electromagnética –, una de las cuatro fuerzas
fundamentales de la naturaleza, a través del campo electromagnético. Veamos, a
grandes rasgos, los pasos que condujeron a su formulación.
Como
hemos visto en capítulos anteriores, para cuantizar una teoría clásica se
transforman sus magnitudes en operadores cuánticos. La hoja de ruta consiste en
partir de las ecuaciones de Maxwell
– un conjunto de cuatro ecuaciones que describen los fenómenos
electromagnéticos – y transformar los campos clásicos a campos cuánticos.
La radiación electromagnética, en su
descripción clásica, puede entenderse como una superposición de un número
infinito de osciladores armónicos de distintas frecuencias. Al cuantizarlos,
cada oscilador da lugar a operadores cuánticos que crean y aniquilan cuantos de
excitación del campo: los fotones.
En otras palabras, la cuantización del
campo electromagnético implica la posibilidad de creación y destrucción de
fotones.
Esta idea
cambió la forma de entender las interacciones, pues se observó que podían
describirse como el intercambio de partículas mediadoras. En el caso del
electromagnetismo, la partícula es el fotón,
y las leyes del electromagnetismo se reinterpretan como el resultado del
intercambio de fotones virtuales entre
partículas con carga eléctrica.
Las partículas virtuales no son reales en
el mismo sentido que las detectables: son entidades matemáticas que aparecen en
los cálculos como intermediarias en los procesos. Así, dos electrones se
repelen porque, en el lenguaje de la QED, intercambian
un fotón virtual. A diferencia de un fotón real – como la luz que vemos o los rayos X que detectamos – el fotón virtual no puede propagarse
libremente ni ser observado: solo existe durante la interacción y desaparece
inmediatamente después.
Dicho
intercambio altera la cantidad de movimiento de los electrones, provocando que
se aparten. Una analogía útil es la de dos personas en botes que se lanzan una
pelota: cada vez que la reciben o la lanzan, retroceden ligeramente. En el
mundo real veríamos la pelota volar (como un fotón real), pero en el caso de los
electrones esa “pelota” es virtual: no se observa directamente, aunque sus
efectos son innegables.
La fuerza
de repulsión entre dos electrones se hace más intensa cuanto más cerca están,
ya que la ley de Coulomb sigue una dependencia 1 / 𝒓𝟮, donde 𝒓
representa
la distancia entre las dos cargas. Esta relación refleja que el campo eléctrico
generado por una carga se “diluye” al expandirse en el espacio tridimensional.
La teoría de perturbaciones y la renormalización.
Otra consecuencia de la
cuantización de los osciladores armónicos es que, al existir un número infinito
de estos, al cuantizarlos surgen
infinitas contribuciones en los cálculos de interacción. Durante el proceso de
interacción de, por ejemplo, dos electrones, estas contribuciones se
interpretan como la creación y destrucción de fotones virtuales, que no
son partículas reales sino intermediarios matemáticos. Esto significa que, en
principio, habría que sumar una cantidad infinita de efectos, lo cual resulta matemáticamente muy complejo si no se
utilizan técnicas especiales, como la teoría
de perturbaciones y la renormalización.
La teoría de perturbaciones es un método
matemático que permite aproximar un problema complejo como una suma infinita de
términos cada vez menos relevantes. El primer término suele ser el dominante y
más fácil de calcular; los siguientes son correcciones progresivamente menores.
Esta jerarquía se construye en torno a un parámetro pequeño, de forma que cada
sumando sea de un orden progresivo en ese parámetro (al cuadrado, al cubo, a la
cuarta, etc.), haciendo que cada término sea cada vez más pequeño y que la suma
converja (una serie converge si
la suma de sus términos es finita).
En QED,
la serie perturbativa se organiza en potencias de la constante de estructura
fina (𝜶), un número adimensional que mide la intensidad
relativa de la interacción electromagnética entre partículas cargadas
elementales, como electrones y fotones:
𝜶
≈ 1 / 137
Como este
valor es muy pequeño, cada término sucesivo de la serie tiene una importancia
decreciente, lo que permite despreciar los términos de orden alto en la
práctica y obtener resultados extremadamente precisos.
El
verdadero avance de la QED fue demostrar que es una teoría renormalizable:
mediante técnicas de renormalización se pueden eliminar los infinitos que
aparecen en los cálculos y obtener términos finitos en el desarrollo
perturbativo, garantizando predicciones físicas coherentes y verificables.
Los arquitectos de la QED moderna.
Este edificio teórico
fue consolidado a mediados del siglo XX por Richard Feynman, Julian Schwinger y
Shin’ichirō Tomonaga, quienes desarrollaron de manera independiente
formulaciones equivalentes de la electrodinámica cuántica. Su trabajo les valió
el Premio Nobel de Física en 1965.
De las
tres, la aproximación de Feynman se popularizó especialmente gracias a su
carácter visual: los diagramas de Feynman, representaciones gráficas que
traducen cada término de la expansión perturbativa en un esquema pictórico.
Los diagramas de Feynman.
Cada diagrama de Feynman representa un
proceso de interacción y puede interpretarse matemáticamente siguiendo un
conjunto de normas bien definidas, conocidas como las reglas de Feynman. Las líneas rectas con flechas representan fermiones
(como electrones), mientras que las líneas onduladas representan las partículas
mediadoras de la interacción, que en muchos procesos aparecen como partículas
virtuales (en QED, se trata de fotones). Los vértices marcan puntos de
interacción, donde deben cumplirse las leyes de conservación (carga, energía,
momento, etc.).
En los
diagramas, el tiempo se suele representar de abajo hacia arriba, y el espacio
de izquierda a derecha. En la parte inferior se colocan las partículas
iniciales; en la superior, las finales.
Por
ejemplo, el diagrama más simple de la QED muestra la repulsión entre dos
electrones (e-) mediante
el intercambio de un fotón virtual (γ).
Este sería el primer término de la serie perturbativa y, por tanto, el
dominante. A los siguientes términos, de orden progresivo, les corresponderían
otros diagramas de importancia decreciente que incluyen más partículas
virtuales en estados intermedios.
Gracias a
este lenguaje, Feynman convirtió cálculos algebraicos prácticamente imposibles
en representaciones comprensibles y operativas. Su publicación marcó un
antes y un después en la física teórica moderna.



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