3 El efecto fotoeléctrico y la teoría cuántica de Einstein

En 1905, Albert Einstein, basándose en los estudios pioneros de Max Planck, dio un paso crucial en la comprensión de la naturaleza de la luz. Aplicó la idea del carácter cuántico de la radiación electromagnética para resolver un problema que la teoría clásica de Maxwell no podía explicar: el efecto fotoeléctrico.

 

El efecto fotoeléctrico.

Se produce cuando un metal es iluminado por luz de una frecuencia suficientemente alta, lo que provoca que los electrones se liberen de su superficie.

En química sabemos que los metales poseen una nube de electrones que se desplaza libremente dentro de una estructura cristalina compuesta por iones positivos (cationes). Sin embargo, no toda luz puede causar la emisión de electrones. Por ejemplo, la luz de frecuencias bajas, como la luz roja, no logra extraer electrones, mientras que la de frecuencias altas, como la ultravioleta, sí lo hace.

En este fenómeno, Einstein identificó dos discrepancias con la teoría ondulatoria de la luz:

Existencia de una frecuencia umbral (𝑓0): Cada metal tiene una frecuencia mínima específica, por debajo de la cual no se emiten electrones, independientemente de la intensidad de la luz.

Dependencia de la energía cinética de los electrones respecto a la frecuencia de la luz: La velocidad máxima con la que son expulsados los electrones depende únicamente de la frecuencia, no de la intensidad de la radiación.

 

Las limitaciones de la física clásica.

Según la teoría clásica del electromagnetismo, la energía transmitida por una onda depende de su intensidad y del tiempo de exposición. Por lo tanto, debería ser posible provocar la emisión de electrones aumentando la intensidad de la luz o prolongando el tiempo de exposición, sin modificar la frecuencia. Sin embargo, los experimentos demostraron que ni la intensidad ni el tiempo de exposición influyen en el efecto fotoeléctrico, solo la frecuencia determina si ocurre o no el fenómeno.

La propuesta cuántica de Einstein.

Para resolver estas discrepancias, Einstein aplicó la hipótesis cuántica de Planck y formuló las siguientes ideas clave:

Trabajo de extracción (W): Depende de la naturaleza del metal y representa la cantidad mínima de energía que un electrón necesita para escapar de la superficie.

Cuantos de energía (fotones): Cuando el metal absorbe luz de frecuencia (𝑓), cada electrón captura un único cuanto de energía, expresado mediante la ecuación:

𝑬 = ℎ . 𝑓

𝑬 = Energía del cuanto de energía (J).

= Constante de Planck (J.s).

𝑓 = Frecuencia de la luz (Hz).

Esta relación indica que, a mayor frecuencia, la energía es mayor, lo que explica por qué únicamente la luz de frecuencias elevadas (o longitudes de onda más cortas) es capaz de liberar electrones.

Einstein empleó el término "cuantos de luz" para referirse a estas partículas de energía. Más tarde, en 1926, Gilbert N. Lewis acuñó el término fotón para designarlas.

Si la energía del fotón supera el trabajo de extracción (W), el electrón no solo es expulsado del metal, sino que además adquiere una energía cinética proporcional al excedente. Esto se expresa en la ecuación de Einstein para el efecto fotoeléctrico:

𝑬cmáx = ℎ . 𝑓 - W

𝑬cmáx = Energía cinética máxima de los electrones emitidos (J).

= Constante de Planck (J.s).

𝑓 = Frecuencia de la luz (Hz).

W = Trabajo de extracción del metal (J).

Para la frecuencia umbral (𝑓0), la energía del fotón es exactamente igual al trabajo de extracción:

W = ℎ . 𝑓0

 

La naturaleza dual de la luz.

La propuesta de Einstein generó un intenso debate en la comunidad científica. Según sus hallazgos, la luz se comporta como una partícula (el fotón) al interactuar con la materia. Sin embargo, numerosos experimentos previos habían demostrado que también exhibe comportamientos propios de las ondas; como se evidencia en el experimento de la doble rendija realizado por Thomas Young en 1801.

Esto llevó al concepto de dualidad onda-partícula, una característica fundamental de la luz. Según esta idea, la luz puede manifestarse como onda o como partícula, dependiendo del fenómeno estudiado:

Naturaleza ondulatoria: Se observa en fenómenos como la interferencia y la difracción. Estos efectos pueden ocurrir con cualquier tipo de onda, pero son más notorios en aquellas de baja frecuencia (longitudes de onda largas), como las microondas y las ondas de radio. En contraste, con longitudes de onda cortas, como los rayos X y los rayos gamma, se requieren estructuras muy pequeñas (del orden de átomos o núcleos) para que la interacción sea significativa.

Naturaleza corpuscular: Predomina en fenómenos que involucran fotones de alta energía, es decir, aquellos con frecuencias altas (longitudes de onda cortas). Además del efecto fotoeléctrico, esta naturaleza se evidencia en otros fenómenos, como en el efecto Compton, en el cual un fotón de alta energía (por ejemplo, rayos X o rayos gamma) colisiona con un electrón y le transfiere parte de su energía y momento. Como consecuencia, el fotón dispersado aumenta su longitud de onda al perder parte de su energía.

En resumen, la luz se propaga como una onda electromagnética, pero al interactuar con la materia, se comporta como un fotón: una partícula sin masa que transporta energía y momento.

La propuesta de Einstein para explicar el efecto fotoeléctrico no solo resolvió discrepancias con la teoría clásica, sino que también consolidó la hipótesis cuántica de Planck.


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